Uno de tus órganos vitales, que no puedes vivir sin él, es el hígado. La mayoría de las personas no le hacen caso a la salud de su hígado hasta que ya es muy tarde. El hígado sirve para la digestión de los alimentos y erradicar a través de la sangre aquellas sustancias que puedan resultar nocivas para nuestro buen estado físico.
Es muy importante que conozcas los síntomas y signos de un problema de hígado, que son los siguientes:
1) Dolor abdominal e hinchazón del vientre
Este signo suele presentarse cuando el hígado se agranda en forma notable a causa de una inflamación muy evidente. Recordemos que el hígado ya es de por sí un órgano de considerables dimensiones, por lo que cualquier cambio en su tamaño y morfología.
Una paradoja importante es que en ocasiones, pese a que puede presentarse un incremento en el tamaño del hígado, puede que no exista ninguna clase de dolor o molestia. Es algo similar a lo que ocurre con la presión arterial: la persona tal vez se sienta “normal”, pero en realidad está pasando por un trance que acaso le cueste la vida en el momento menos pensado.
El hígado puede ver incrementado su tamaño debido a la acumulación de cobre, hierro o proteínas en su interior, pero todo ello tal vez pase desapercibido para la persona que enfrenta semejante trastorno. Asimismo, una intensificación del volumen hepático puede deberse a la existencia de depósitos de grasa, formación de quistes o algo más grave aún: un tumor o una obstrucción en la vesícula biliar.
En el caso de un individuo con tendencias alcohólicas, la explicación más natural estriba en que el incremento en el tamaño del hígado tiene su origen en la formación de grasas por el contenido de etanol. La inflamación puede presentarse con dolor o sin dolor, no tiene por qué seguir el mismo patrón siempre, ya que en cada persona la sintomatología por lo común es distinta.

2) Inflamación en piernas y tobillos
Aunque a menudo se le suele denominar en forma coloquial como retención de líquidos, en realidad se trata de un trastorno hepático que se genera por un descenso de albúmina, la cual es una proteína que ayuda a mantener la sangre dentro de las arterias y vasos sanguíneos.
La hinchazón puede estar presente en ambas extremidades o acaso reflejarse solamente en una. Aquí amerita mencionarse que a causa de la baja actividad física, o casi nulo movimiento por hallarse en una inmovilidad extrema; otras partes del cuerpo pueden verse inflamadas por servir de apoyo mientras los pies, tobillos y piernas permanecen en reposo por debido a las dolencias.
En algunas ocasiones el proceso inflamatorio es tan paulatino, que la persona afectada no se da cuenta de que sufre dicho trastorno. El principal indicador de que algo está sucediendo suele ser algo muy ordinario y hasta prosaico: lo zapatos no entran en el pie. Es tal la dificultad que no es raro que el calzado se haga a un lado para dar lugar a unas pantuflas. Pero si es perentorio el uso del zapato, entonces hay problemas. Con frecuencia muy dolorosos.

3) Ictericia
Trastorno es muy conocido y se manifiesta por un cambio en el color de la piel tornándola amarillenta. También adquieren ese tono las partes blancas de los ojos así como las mucosas. Se debe a un exceso de bilirrubina la cual transporta la hemoglobina y tiene dicho color.
¿A qué se debe esta enfermedad? ¿Cuáles son las causas más frecuentes? Una de las razones más comunes es que algunos glóbulos rojos de la sangre se encuentren en estado literal de agonía, y al momento de descomponerse como ocurre con todo lo orgánico, los glóbulos se trasladen al hígado.
También puede ser que el hígado padezca algún daño grave y se encuentre atrofiado, se encuentre sobrecargado de actividad (como en el caso del alcoholismo) o contenga células muertas que no son de origen sanguíneo, obstruyendo los conductos de la bilis.
Una tercera podría tener raíces en el estado de la bilirrubina, la cual, al salir del órgano hepático no pueda trasladarse hasta el tubo digestivo como corresponde a su proceso habitual. Por último, es posible que el consumo de ciertos fármacos como el paracetamol, no estén siendo bien recibidos por el hígado causándole graves daños.

4) Picazón en la piel
Puede ser signo de inicio de ictericia que a veces deviene en males más delicados. Por lo general se acude a un dermatólogo pero la molestia puede ser ocasionada por problemas en el hígado.
En ocasiones la comezón o prurito alcanza grados de intensidad muy fuertes. Tanto que es común un enrojecimiento en la piel muy difícil de esconder. Incluso en casos delicados es posible que se llegue a percibir cierta aspereza en la epidermis, bultos como pequeñas verrugas o granos, ampollas y otras anomalías. En el súmmum del trastorno, la presencia de sangre no resulta extraña.
Es posible que la comezón sea intermitente o continua. En los dos casos es factible apreciar cómo la piel adquiere una textura escamosa, proclive a mostrar grietas pequeñas y rojizas. Entonces se origina algo así como un círculo vicioso: entre más te rascas para quitarte la molestia, crece la sensación de picor en la piel.
Una solución provisional antes de acudir al médico, es recurrir a los vendajes, pomadas o fomentos con hierbas curativas, pero siempre teniendo en mente que la visita al dermatólogo o al doctor especialista, es indispensable.

5) Orina
El síntoma que se presenta en forma más recurrente, es la disposición fuera del organismo de sustancias perjudiciales a través de orina de color oscuro. El problema radica en que el hígado deja de procesar la grasa por lo que se dificulta su eliminación, reteniéndola el organismo.
Los productos de desecho que contienen nitrógeno se acumulan en el torrente sanguíneo (azotemia). Este trastorno hepático por lo común se vincula a un pobre funcionamiento simultáneo de los riñones. Lo cual quiere decir que la insuficiencia hepática conduce a una insuficiencia renal y los consecuentes problemas con la orina de coloración oscura.
Este signo de problemas con el hígado merece especial atención y en su caso, una revisión cuando se consumen medicamentos llamados diuréticos. Puede ser que la causa del trastorno urinario tenga su raíz en una receta poco apropiada. En ocasiones el síntoma se agrava cuando hay vestigios de sangrado gastrointestinal. En tales casos se corre un alto riesgo de sufrir una infección.
También es posible que la coloración oscura de la orina vaya acompañada de alteraciones en la presión arterial, cambios súbitos cuando una persona cambia de posición en forma súbita. Suele ocurrir al incorporarse de manera brusca.

6) Heces claras
Signo vinculado al anterior, también conocido como acolia fecal. Las heces fecales se tornan pálidas o claras. No es raro que en ocasiones vayan acompañadas por rastros de sangre. Cuando esto último ocurre, es habitual que la disposición excrementicia adquiera un ligero tono semejante al alquitrán.
La palidez en las heces en forma prolongada y continua, es un indicador casi incuestionable acerca de una dolencia hepática. La causa suele ser la secreción que lleva a cabo el hígado de sales biliares en las heces, otorgándoles un tono marrón que se considera normal. No obstante, tú puedes tener heces de color más oscuro si padeces una infección en el hígado que reduce el nivel de producción de bilis o si el flujo de la bilis fuera del hígado se encuentra obstruido por contenidos grasos o algún otro tipo de impedimento en los conductos.
La piel amarilla (ictericia) a menudo sepresenta con las heces de color arcilla. Esto puede ser debido a la acumulación de químicos biliares en el cuerpo. Estos síntomas, si aparecen en forma conjunta ameritan un tratamiento muy meticuloso por parte de un médico especialista, pues se requieren análisis con cierto nivel de complejidad, y de ninguna manera debe pasar por tu cabeza que las cosas se van a arreglar solas.

7) Fatiga crónica
Esta intolerancia al esfuerzo físico también se debe a la dificultad para eliminar la grasa del organismo. Ni siquiera el sueño prolongado puede erradicar el cansancio generalizado del cuerpo. No es raro que se manifiesten también mareos o dificultades para mantener un nivel de concentración adecuado para el trabajo.
Es un síntoma muy extendido entre las personas que padecen cualquier tipo de enfermedad del hígado, y en la mayoría de los casos, la extenuación injustificada suele ir acompañada de una falta de apetito muy acentuada o, lo que es casi lo mismo, se llega a una hartura alimenticia con una ración muy reducida.
Esta falta de energía afecta a pacientes con hepatitis, cirrosis e inclusive esteatosis hepática. Cuanto más avanzado es el daño al hígado, más pérdida de apetito el paciente se experimenta; desde luego, esto suele ir acompañado de una disminución en el peso.
La sensación de fatiga puede aparecer o desvanecerse en forma súbita. Así como llega, así se va. Al momento de presentarse, el paciente tiene la enorme necesidad de dormir en forma inmediata. Al incorporarse, también es sintomático el que sienta náuseas o ganas de vomitar.

8) Náuseas y vómitos
Son una extensión o indeseable complemento de la fatiga. Por desgracia pertenecen a los síntomas de cáncer en el hígado y, para agravar las cosas, no suelen presentarse sino cuando la enfermedad ya está muy avanzada. En contadas ocasiones se dejan sentir en una etapa prematura. Al detectar la enfermedad de manera temprana, existen más probabilidades de éxito de un tratamiento.
Las náuseas y deseos de vomitar, con frecuencia se acompañan de mal aliento o una percepción de sabor amargo en la lengua. Dado que los vómitos provocan cansancio corporal, no es posible discernir si éstos son la raíz de la fatiga o viceversa. En todo caso, la víctima puede sufrir malestares que tal vez sean origen de otras dolencias.
A menudo la debilidad de la persona es tal que prefiere permanecer recostada en la cama o sentarse en un sillón con la menor actividad posible. Lo cual no es motivo de reproche sino de alarma, por lo que se recomienda ir con el médico y seguir sus indicaciones al pie de la letra. Las enfermedades hepáticas requieren una terapia por lo general prolongada.

9) Pérdida del apetito
También forma parte de los síntomas que vaticinan cáncer hepático. El signo más frecuente es la sensación de sentirse satisfecho o lleno con muy poco alimento, si surge el efecto previo del hambre, suele ser muy breve y se torna pronto en apatía incluso hacia los platillos que otrora fueron favoritos.
Se prefiere beber (no necesariamente alcohol) a comer, y unos cuantos bocados bastan para exclamar que ya fue suficiente. Hay una extraña sensación de estar cargando con una especie de lastre interno. Al comer poco, por supuesto hay pérdida de peso. Con una alimentación deficiente bajan las defensas del organismo.
Es frecuente que la persona afectada por un trastorno hepático, al perder el apetito también detecte una falta de sabor en los alimentos. En efecto, cundo ocurre el milagro de comer, el paciente tiene la creencia ─de hecho falsa─ de que aquello que come está insípido, o en el peor de los casos, que se ha echado a perder y que la comida en general le suscita asco.

10) Hematomas
La proliferación de hematomas o chipotes, moretones, así como el hecho de sangrar con facilidad; se presentan de modo muy frecuente cuando el hígado tiene dificultades para eliminar sustancias perjudiciales para el organismo, o cuando no se están digiriendo en forma adecuada y óptima las vitaminas y proteínas de los alimentos. En ocasiones el sangrado o los hematomas se manifiestan sin un motivo claramente discernible u obvio.
No resulta del todo misterioso que un simple apretón con el pulgar, sobre un brazo o una pierna, genere un moretón que parezca el producto de un golpe propinado con gran fuerza.
A veces los hematomas adquieren la apariencia de lo que coloquialmente se denominan “arañas”, que no son más que moretones o acumulación de sangre en los vasos sanguíneos, y en efecto adoptan una forma que recuerda a las arañas o a la trayectoria de los ríos plasmada en un mapa hidrológico. Por lo general estos signos aparecen en las mejillas, en el vientre o las pantorrillas.
Cuidados ante la aparición de síntomas
° Disminuir o incluso erradicar la ingesta de alcohol.
° Evitar tatuajes y transfusiones de sangre.
° Evitar la actividad sexual sin protección.
° Comer en exceso.
° No reutilizar jeringas.
° Eludir la auto medicación
° No exponerse al contacto de la sangre de otras personas.

¿Cuánto mide el hígado?
Es grande: tiene el largo de una regla escolar y la apariencia de un triángulo irregular.
El hígado pesa alrededor de kilo y medio y con toda seguridad sabes dónde se encuentra: en la parte inferior de tu abdomen, del lado derecho.
¿Cuáles son las enfermedades más comunes del hígado?
Sin embargo, las enfermedades del hígado o hepáticas no son raras y constituyen una amenaza que afecta la eficiencia de su actividad, su color y su tamaño. Dichas afecciones pueden ser genéticas o hereditarias, o bien, pueden ser causadas por la ingesta excesiva de alcohol, ciertos gérmenes patógenos o virus así como algunas drogas contenidas en medicamentos.
Un daño extremo a tu hígado produce una cicatrización mejor conocida como cirrosis, y es el origen de un deficiente funcionamiento de tan vital órgano.
Tu hígado puede estar expuesto a diversos tipos de enfermedades. Entre ellas, las más comunes son:
Hepatititis. Tiene varias categorías (A, B, C, etc.) y consiste en una lesión o infección provocada por parásitos o virus que se transmiten por medio de la sangre, el semen, agua o alimentos. Deteriora la buena marcha de la actividad hepática y por lo general implica la inflamación del órgano.
Trastornos autoinmunes. Afectan el sistema inmunitario dejándonos a merced de otras posibles enfermedades, y por lo común degrada en cirrosis biliar, hepatitis autoinmune y colangitis esclerosante que consiste en la inflamación de los tejidos hepáticos y la consecuente obstrucción de los conductos biliares.
Cirrosis hepática. La tan conocida enfermedad (por desgracia), la cual consiste en la acumulación de cicatrices o tejidos fibrosos. Está muy identificada con el alcoholismo. Impide la eliminación de sustancias tóxicas y obstaculiza la elaboración de nutrientes vitales para el cuerpo.
Daño hepático genético. Como su nombre lo indica, este mal tiene su raíz en genes anormales que se transmiten en forma hereditaria de padres a hijos (uno o ambos). No suele ser de gravedad pero puede propiciar cambios de color en la piel y volverla amarillenta.
@DrFcoZapata